"Asturias es un paraíso natural en la Península Ibérica. Desde los abruptos acantilados del litoral hasta las altas cimas de sus montañas, el bosque y la campiña aprisionados, dan cobijo a una gran variedad de especies vegetales y animales que viven entre el frío y la aridez de las cumbres y el microclima templado de los valles y la costa. Pero su futuro es incierto; el hombre abusa de la Naturaleza, la maltrata y destruye."
Alfredo Noval Junquera (1928-2001)
Cuando allá por el año 1983 el gran naturalista asturiano Alfredo Noval escribía estas oportunas reflexiones en el prólogo a su obra "Asturias, nubes y bosques" difícilmente podía imaginar que 28 años después iban a estar plenamente vigentes. Aunque venido a menos, Asturias sigue siendo ciertamente un paraíso natural, pero su futuro permanece incierto, aunque no por las causas - industrialización excesiva - que entonces se atribuían a su decadencia. Hoy en día, a pesar de contar con el teórico amparo de muchas leyes protectoras de la naturaleza, a pesar de disponer de kilómetros cuadrados de espacios protegidos y a pesar de la mucha soltura con la que hablamos de desarrollo sostenible, el paisaje asturiano sigue desangrándose, perdiendo poco a poco el vigor y la salvaje belleza que antaño tuvo. Hoy en día los enemigos del paisaje asturiano son otros. Los primeros y peores, los políticos - presidentes, consejeros, diputados, senadores, delegados, alcaldes, concejales, etc, etc - que salvo menguadas excepciones, no lo valoran ni lo respetan, considerándolo meramente como un instrumento de propaganda electoral, cuando no un solar en potencia o un simple producto de consumo turístico. La naturaleza asturiana está protegida sobre el papel. La realidad puede ser dolorosamente diferente.
¿Que hacer entonces?. Pues cualquier cosa menos rendirnos o atrincherarnos en una cómoda indiferencia. Si los políticos no saben o no quieren valorar las bellezas naturales de Asturias, es nuestra responsabilidad ciudadana defenderlas, como hicieron los pioneros del naturalismo asturiano. Y éste, aunque pequeño, será mi grano de arena. Paz y bien para ustedes, que diría San Francisco de Asís.